martes, 1 de abril de 2008

Sueño # 5

Una luz blanca en medio de los ojos, una cama blanca, un cuarto blanco. Un doctor flaco, blanco, dos enfermeras blancas a mi alrededor. Mi cuerpo liviano, desnudo bajo una bata blanca y tres voces gimiendo: “¡Puje, puje que ya viene!”. El día que nació mi hijo hacia tanto calor que sudé tanto que me dio tanta vergüenza. “Se le ve la cabeza, un poco más”. Un dolor tan lindo en el vientre, tan blanco. “Va muy bien, un poco más”. Se llamará como su padre pensaba y nos veía a los tres risa y risa en la casa, tirados en el piso. “Un poco más mamá, casi lo logramos”. Mi hijo con el pelo blanco a mi lado que me hizo levantarme, pero el doctor y su guante blanco me detuvieron y un tapabocas y unos ojos blancos de lechuza: “Espere un poco, casi lo logramos, no se rinda”. Y mi hijo a un lado, y qué estoy pariendo pensaba, qué estoy pariendo entonces les dije: “Estamos cerca” dos enfermeras al unísono con plumas en la cara, con ojos redondos. Qué estoy pariendo grité con tanto sudor en la cara, mi hijo a un lado y el doctor y las enfermeras extienden las alas y se van volando.

Y ahí estábamos frente a frente, como le contaba hace unos días en el sueño # 3, doctor, el último eslabón de mi investigación y yo, viendo fotos y riéndonos como dos viejos conocidos. Dos días antes conocí a una mujer que me dio su nombre y dirección, una mujer vieja y elegante conocida como la Vitola, le dije y soltó una carcajada que pensé se ahogaría: “La Vitola, la Vitola”, decía una y otra vez. Jamás ha hecho algo bueno por alguien, dijo, antes no te pidió dinero o algo peor por la información, ¿no te pidió dinero verdad?, en realidad sí, contesté y volvió a carcajearse. La Vitola era una mujer que tenía alrededor de sesenta años, trabajó mucho tiempo de imitadora de Rocío Durcal, pero nunca consiguió que le dijeran Chío ni encontró el Amor Eterno. Vivió de burdel en burdel aclamada más como la Vitola que como la Durcal. Un día, como buena diva, se topó con quien la haría desgraciada, y la Vitola, en lugar de darse un balazo o tirarse al vicio, se volvió al Cristianismo, fundó su propia iglesia y se hizo pastora; ocupación que no le duró mucho tiempo pues como ella explica: “quien en las venas tiene sangre y en la sangre un bule, chingo a mi madre si con agua bendita se lo enjuaga”. La gracia de la Vitola es hablar e imitar y de eso morirá. Si la encerraran con cien gentes en un cuarto, podría reproducir fielmente las pláticas de un día entero agregando ademanes, gestos y tonalidades de la voz. Como buena parlanchina se dedicó a estafar a mucha gente, era algo que no podía evitar, no podía dejar de ver a las personas como clientes y a sus clientes como enemigos. “Muchas veces me refugié en tu ex marido, él, contrario a las demás personas era bueno, no digo que no llegué a robarle algunos pesillos, pero no muchos, pero ay mija, aquí ya en confianza, si le llegué a robar dos tres pesillos”.

Hablé con ella, bueno, más bien ella habló conmigo como seis horas. Me dijo que te buscara y aquí estoy; dijo que tú me darías más respuestas, que me lo merecía. Me despedí y comencé a caminar y al poco rato me alcanzó y me dijo: “Piensa que el amor es bonito, pero la libertad, esa, es importante”. Dio media vuelta y se fue.

Tengo mucho tiempo sin ver a esa mujer, me dijo, fue gran amiga de tu ex marido, él quería sacarnos a todos del hoyo, pero lo nuestro es la mala vida y aunque la padecemos ahí nos vamos a quedar.

Yo le veía los ojos doctor, y le veía las manos y nada vivo encontraba, no dejaba de pensar que hacía Julián con estas gentes. Un asco me creció en la panza, gente tan oscura, cochina, descuidada, tirada a la dejadez; no sé cómo vive esta gente tan deforme, cómo puede salir a la calle. Su cuerpo ya no es un cuerpo humano, qué comen, cómo se comunican. Todas las gentes que he conocido a raíz de esta búsqueda, todas sin excepción, no lo había pensado antes, pero las odio; odio tener que estar cerca, tener que hablar con ellas; perdón doctor, pero me descubrí tan cansada entonces, no quería golpearlos o insultarlos, simplemente me daban tanta lástima, tanto asco que comencé a llorar y dejé caer las fotos. Aquella persona me miró y pareció entender lo que sentía, se levantó, movió su silla y se sentó un poco más lejos de mí a esperar que me tranquilizara.

Perdón, escribiré pronto, no me es fácil hablar de esto. Perdón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Está bien Cristi, el avance es bueno, vamos con calma, vas a ver que después de haber externado todo esto te vas a sentir más tranquila, más liviana. Además, mira, ahí tienes una nueva lectora que hasta amigas resultaron ya. Todo va avanzando bien, lo importante es enfrentar de cara lo que sucede o haya sucedido, verás que todo dentro de ti se irá tranquilizando. Yo confío en el proceso y entiendo cómo te sientes, trata de no volverte a involucrar, ve tus narraciones como una ficción, incluso agrégales partes fantásticas, en donde las sillas hablen o el color de las cosas cambie, no sé, tú por lo visto eres buena para eso, disfruta alterando un poco la realidad, jugando más.

Estoy aquí para cualquier cosa… llama si es necesario

Gustavo N.

La casa escondida dijo...

Perdón, escribiré pronto...