miércoles, 11 de junio de 2008

Sueño # 8

Era niña de nuevo. Era el tiempo en que tendría nueve años. Era más como un recuerdo que un sueño. Yo era una niña pero era igual que ahora, pero sabía que era una niña. Estaba asustada y huía porque me había enterado que una especie de espíritu que habitaba en el agua llamado el Señor del Agua se había enamorado de mí. El problema era dónde esconderme, pues en cualquier lugar en donde el agua estuviera presente él podría atraparme. Tenía que alejarme de cañerías, de baños, incluso no podía acercarme al agua embotellada o a la que se encontrara en una jarra. Estaba en la antigua casa de mis padres y de un momento ya estaba en la calle, evitando todo charco, toda alcantarilla. De la calle pasé a estar dentro de un carro que alguien que intentaba ayudarme conducía. Íbamos rodeando calles porque no podíamos pasar cerca de las fuentes de los jardines. No sé como, pero luego estaba en un edificio grande, con mucha gente que miraba por la ventana, gente vestida de blanco que lanzaban burbujas moradas por la boca, respiraban, contenían, y al soltar el aire dejaban salir burbujas moradas hermosas que volaban por la ciudad. Yo intentaba hacer lo mismo pero no podía. Suelta la risa, la risa, suelta la risa, me decían. Pensar en esa imagen me hizo sonreír y de pronto ¡Plop! una enorme burbuja morada me salió de la boca. Eso me dio más risa y más burbujas me brotaron. Me asomé por la ventana, tomé mucho aire y solté una gran burbuja para que volara por la ciudad. Fue tanta la risa que liberé que una pequeña tristeza me invadió, pensé en el Señor del Agua y entendí lo mal que lo estaba pasando por no tenerme. Creí ver su cara en el mar que a lo lejos se alcanzaba a vislumbrar.

Doctor, doctor, doctor, doctor, jajajaja, perdone mi exaltación pero estoy muy emocionada, tenía mucho tiempo sin sentir esta energía. Doctor, doctor, doctor, doctor, le tengo una noticia que puede parecer una idiotez pero que a mí me trae inquieta, sobreexcitada. Ayer, después de leer su comentario en donde hablaba acerca de su experimentación con métodos terapéuticos, se me ocurrió una loca idea y fui a buscar a la persona que le platiqué, con la que tuve aquella entrevista tan reveladora, ¿se acuerda? bueno, doctor, doctor, la fui a buscar y le pregunté que si tiene alguna pista de quién ha sido el asesino de mi esposo. Me dijo que posiblemente, que en el ambiente en donde él se movía hay muchas personas locas, pero que ciertamente hay algunas que están más. Me dijo que un tiempo él dejó de ver a Julián, cosas del corazón decía, tu ex marido, que pena decirlo, pero se encontró con un amante más joven el muy cabrón, perdón; más jovencito sí pero más conflictivo también. Estuvo desaparecido algunos meses y después volvió a buscarme. Parecía regresar renovado, con más energía, con más vitalidad y más planes; pero algo yo le vi raro en los ojos, a mi no me engañan muy fácilmente, yo sabía que algo traía pero no le quise preguntar, yo la verdad disfrutaba estar con él, para mí su persona era importante. De ese entonces son las fotos que te enseñé aquella vez, qué buen viaje nos aventamos a la playa ese día, ni te cuento mejor. Pero no pasó mucho tiempo cuando sucedió aquello y yo siempre lo he relacionado con el otro noviecito que se hizo, incluso cuando me enteré, pensé que yo sería el siguiente, pero ahí se olvidó todo. Los días siguieron igual de cabrones que siempre.

Doctor, doctor, doctor, doctor, yo le dije que si me ayudaría a encontrar a esas personas y él dijo que con mucho gusto sí. Tal vez parezca una total idiotez, pero es una aventura que quiero correr, es algo que quiero vivir, y la verdad, si no lo hago yo nadie más lo va hacer. No tengo planeado qué haré con la información que logre recabar, pero de algo servirá o todo este caso se quedará igual que el mismo Julián se quedó: enterrado con el pecho acuchillado.

Sabe doctor, es chistoso que la misma persona que vino y le regresó la alegría de vivir a Julián, venga y me la regrese a mí también, es muy chistoso. Le contaré pronto de mis avances doctor, doctor, doctor, doctor. Qué emoción.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida Cristhi
Me sorprende tu decisión, me da gusto leerte tan llena de energía y sin duda es muy chistoso tu último comentario, pero, no sé, antes de dar cualquier paso te propongo visitarme y platicarlo un poco, sólo para analizar varios puntos y darte más detalladamente mi punto de vista. Podríamos también visitar juntos a la persona de quien me hablas, sería muy bueno hablar los tres juntos.
Espero me llames pronto para fijar una cita.
Te saludo, un poco preocupado:
Tu amigo
Gustavo.

La casa escondida dijo...

Lo siento, la decisión está tomada…

Anónimo dijo...

Cristhi por favor contesta el teléfono, necesitamos hablar. Sé lo que esta decisión representa para ti, pero también sé que es algo delicado, no es un juego para nada. Llámame por favor porque yo te he llamado y nadie me contesta. No hagas nada hasta que hablemos, por favor.
Gracias, perdón por insistir.
G.

Anónimo dijo...

Cristhi, ¿en dónde te has metido? Por favor comunícate…

La casa escondida dijo...

No se preocupe Doctor, usted no entiende lo que esto significa para mí, no entiende todo lo que estoy sintiendo. Usted dedíquese a recibir su pago mensual porque tal vez llegue a necesitar pronto de su ayuda, no lo sé. Por el momento me despido. Lo contactaré pronto, no se preocupe.

Anónimo dijo...

Cristhi, me ofenden inmensamente tus palabras. Por favor búscame. Fui a tu casa y tristemente descubrí que te has mudado, tu celular está fuera de servicio y estoy muy preocupado y, repito, ofendido. Espero saber de ti pronto
Se despide, esperando respuesta…
Gustavo

La casa escondida dijo...

La decisión está tomada…
p.d. Soñé que volaba…

Libert dijo...

No sé si es porque está escondida, pero me siento muy chismosa leyendo sus textos. No está demás decirle que entiendo que los blogs son una vitrina,en su caso necesaria... pero aun no me acostumbro.

Ojalá esté muy bien después de su aventura. La apoyo aunque no la entienda, hay cosas que deben hacerse, aunque suenen a locura... seguiré leyendo sus sueños.