martes, 11 de marzo de 2008

Sueño # 3

Todo estaba demasiado quieto, había un tubo de cobre por donde salía vapor, un vapor perfumado. Había un gran muro blanco de donde salía el tubo de cobre; el vapor hacía un ruidito que me relajaba. Cerré los ojos y de pronto estaba en un cuarto, el vapor seguía saliendo y empezaba a nublarlo todo. Había más gente, cinco o seis que brincaban todos al mismo ritmo, afuera, no sé como podía ver pero afuera había más gente que caminaban de un lado a otro con los brazos arriba, todos al mismo tiempo, al mismo ritmo, caminaban tiesos de un lado a otro y cantaban; se escuchaban cantos pero no sé si eran ellos. Más allá, un poco lejos, había más hombres y más mujeres que andaban como changos y luego como perros en círculo, para un lado y luego para el otro. Se les veía cansados pero contentos. A mí tanto movimiento me hacía feliz; tanto sube y corre me ponía tranquila, me relajaba. Me quedé quieta junto al tubo del vapor y descubrí que me iba a quedar dormida. Pensé entonces, que quería agradecerle a alguien tanta paz…

En ese momento desperté y vine a escribir para contarle por qué acudí con usted, como dicen: soltarle las riendas al chango (aprendí esa frase hace poco). Estoy segura que a partir de mi narración entenderá por qué me es imposible mantener una relación paciente-doctor como normalmente se acostumbra, espero me entienda. La historia es esta: Unas semanas antes de buscarlo, doctor, concluí con la primera parte de una investigación que tenía algún tiempo realizando, está relacionada con la muerte de mi marido, bueno, en realidad tiene que ver con los últimos años de mi marido, cuándo y por qué comenzaron nuestros problemas y qué fue lo que le llevó a tan trágico desenlace. Unas semanas antes, le decía, visité al último eslabón que me confirmaría y armaría el rompecabezas con todas las piezas que había ido recopilando: nombres, lugares, fechas, fotos e incluso algunos videos. Para ser exactos visité a esta persona en los primeros días del año en curso, en su residencia, que por privacidad no daré el domicilio exacto, lo mismo que tampoco diré los verdaderos nombres de las personas involucradas, como no he dicho el mío ni usted el suyo, tal como lo acordamos al principio de este proyecto, que en lo personal me ha ayudado mucho a comunicarle lo que me sucede. Como sabe mi esposo murió hace poco menos a un año, alguien lo asesinó. Él trabajaba dando clases en el Tecnológico de Colima y una tarde al salir de su trabajo alguien lo raptó, o por lo menos esos fueron los informes oficiales, no se sabe si para asaltarlo o porque pretendían pedir alguna fianza, el caso es que desapareció y dos días después su cuerpo fue encontrado en el río detrás de Campoverde, con señales de que fue golpeado y torturado, incluso fue violado y según el forense, murió por un fuerte golpe en la cabeza, a la altura de la sien.

Yo sabía desde antes que mi marido andaba metido en algún asunto turbio, se lo llegué a decir, pero nuestra relación estaba ya tan desgastada, estábamos tan cansados ambos, que a ninguno de los dos nos interesaban las explicaciones, con un “no, cómo crees” era suficiente. En los últimos meses de su vida preferíamos no discutir, habíamos llegado, sin tener que hablarlo, a un mutuo acuerdo en el que ninguno de los dos intentaba involucrarse en las cosas del otro, y los pocos momentos que teníamos para platicar preferíamos compartir cosas superficiales, hablar de alguna película, de algún familiar, preguntar por cosas totalmente ajenas a la relación. No sé si hice bien, pero aunque sabía que mi marido estaba involucrado en algo que seguramente resultaba peligroso, no intenté hablar con él del asunto, como le decía, optábamos por disfrutar los pocos momentos que estábamos juntos, disfrutarlos aunque sea a la ligera, compartiendo una taza de café o algún artículo del periódico del día. Sin embargo, a mi me gustaba verlo, disfrutaba siempre viéndolo de lejos, de lejos era una gran persona, me gustaba cómo se movía, su forma de caminar, cómo movía las manos cuando hablaba con otras personas, su risa; de lejos seguía siendo la persona de quien me había enamorado alguna vez. Para mi era normal que no llegara a la casa en dos o tres días, pero el día que lo raptaron se me rompió algo adentro, no obstante que era una persona ajena a mí, incluso ni siquiera llegábamos a ser amigos; ese día algo como una pequeña esfera adentro se me rompió y de adentro le salieron unas gotas de tristeza que aún andan deambulando por mi cuerpo.

Le decía entonces que la visita con mi último eslabón fue crucial para esclarecer todo lo que había recopilado en mi seudo investigación, fruto del tremendo vacío que me dejó su muerte. Llegué a la casa de éste, una casa de por si vieja y descuidada que olía muy mal desde antes de entrar. Toqué la puerta y él me abrió… o debería decir ella, no lo sé. Era una especie de cuerpo flaco, indescifrable, en donde el rostro hablaba más que su voz acabada que intentaba decir cosas. Usaba ropas flojas, casi transparentes. Me miró y una especie de sonrisa le salió de la boca, me dijo que pasara. Yo estaba un poco aturdida, no sabía si saludar, si explicar qué era lo que estaba haciendo ahí, en realidad, no estaba segura qué estaba haciendo ahí. Pasé y empezó a caminar delante mío, con pasos no muy seguros, parecían lastimarle los pies al andar; dijo que, no me preocupara, que él sabía que algún día iría a visitarlo o visitarla, no sé. Acomodó una silla para que me sentara y él se acomodó otra frente a mí. Me dijo que sabía a qué iba, que era bueno para él y de seguro sería bueno para mí platicar con él. Yo le dije que una persona me había indicado su nombre y dirección para que lo buscara, que usted me daría muchas respuestas de qué era lo que le había sucedido a mi difunto marido. Conocí a tu marido, me dijo. De un cajón sacó una foto y me la mostró, él y Julián estaban en la playa, eso fue una semana antes de que lo mataran, dijo. Me mostró otras dos fotos del mismo día. Julián siempre fue una persona reservada, pero en las fotos lucía radiante, en todas sonreía, en una de ellas parecía estar cantando. Antes de explicarle doctor, qué fue lo que esta persona me dijo, quisiera decirle cómo llegué a él, presiento le gustará la historia detallada y para mi será altamente tranquilizador compartirla, nunca he hablado con nadie sobre el tema y créame doctor, me urge hacerlo. Sólo que por el momento necesito descansar doctor, llevo más de cinco horas frente al monitor y comienzo a sentirme mal. Disculpe tanto misterio y tanta palabra pero quiero que todo vaya quedando muy claro y en realidad es una excelente terapia. Prometo escribir pronto de nuevo y espero tener noticias de usted pronto, gracias por sus comentarios anteriores, ¿se dio cuenta que alguien más entro al blog y dejó un comentario? Me sentí un poco rara al verlo, pero era parte del experimento ¿no?, romper con la intimidad y más que hacerlo público era, o así lo entendí yo, jugar un poco con la posibilidad de que alguien más lo leyera y diera su punto de vista. En un principio me sentía expuesta, aunque pensaba que nadie lo leería, ahora, podría ser morbo, no sé, pero me siento cómoda con el experimento. Lo dejo por ahora. Un saludo, gracias por todo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Wow, qué sorpresa, que gran gusto me da leer tan extenso texto, quién iba a pensar que serías tan buena para escribir eh. Espero continúes así y pronto me completes la historia. Que bueno que funciona el experimento, te leo más relajada, con mayor placer al compartir, qué interesante que alguien haya leído el blog, me sentí raro también pero me dio mucho gusto. Pues mira, además de conocer la historia de lo que te pasa, con el fin de encontrar causas, y más que encontrar causas, el ejercicio de externar aquello que traemos cargando es importante y te ayudará a encontrar caminos de tranquilidad casi sin necesitar consejo profesional alguno. Soy por el momento sólo un escucha más en este inmenso espacio virtual, en donde venimos a depositar, como si lo dejáramos al azar, estas confesiones que dejan de ser historias nuestras cuando la marea invisible de esta red mundial se las lleva. Y dejan de ser nuestras y nos dejan de pesar, por eso el ejercicio de compartir aquí, como si lo hiciéramos en un papel y lo quemáramos luego; nos libramos de ese pesar. Te felicito… nos encontramos por aquí pronto.

G.

Dr. dijo...

Cómo alguien puede soñar esas cosas? Yo tengo años que no sueño…
Saludos de todas formas